Que raro no saber nada,
nunca estar seguro
de qué es cierto o acertado
o real,
y verse obligado a
puntualizar O eso creo,
o Bueno, eso parece:
seguro que alguien sabe.
Qué raro ignorar cómo van
las cosas:
su talento para encontrar lo
que necesitan,
su sentido de la forma, su
puntual diseminación
de la semilla, y su voluntad
para cambiar;
sí es raro,
incluso vestir ese
conocimiento -pues nuestra carne
nos rodea con sus decisiones-
y sin embargo pasar toda la
vida en imprecisiones,
pues cuando empezamos a
morir
no tenemos ni idea de por qué.
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Philip Larkin (Coventry, 1922-
Hull, 1985)
En Las bodas de pentecostés.
Lumen. Barcelona, 2007.
Trad. Damián Alou
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