jueves, 31 de mayo de 2018

Los escorpiones / Alfredo Veiravé




“Los escorpiones deberían ser excluidos del suplemento literario

 de la revista Times, de los bestiarios y de los manuales de zoología

porque tienen veneno en las colas y además pinzan desde atrás

a las víctimas que distraídamente creen en las ventajas del conocimiento.”   


“Los escorpiones deberían ser aplastados con fórmulas matemáticas

                   y en nombre de los lentos

                   sentimientos del mundo

                   colocados bajo las piedras para evitar que

sigan contorsionándose impúdicamente en vez de dejar vivir en paz a los otros.”      


“Por algo Platón los desterró de la República.”


Eso me dijo mientras recorríamos el Zoológico de Johannesburgo

una mujer divorciada que los odiaba particularmente.



Alfredo Veiravé (Gualeguay, 1928- Resistencia, 1991)

En Historia natural. Obra Poetica. Tomo 2. Nuevohacer. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 2002.


martes, 29 de mayo de 2018

Antropologías o las ventajas de vivir en la provincia / Alfredo Veiravé



I


La poesía es un estado de refracción que cruza el cielo

como un arco iris después de la tormenta, y el poema un objeto

geométrico como el Gran Vidrio de Marcel Duchamp, pero

¿a quién leérselo antes de someterlo a la prueba del sapo

para saber si está bien engendrado? O mejor dicho, ¿para saber

si no sufre de autodecepciones después de la experiencia?

                   Nadie en particular

es capaz de acompañar a la pareja en sus pesadillas

y los más íntimos, por amor, entienden fácilmente lo que no

está en el poema.  Esta es la primera ventaja de vivir en la provincia.



II



Me detendría un poco en las teorías del color local

del universo: toda la historia de Yoknapatawpha, Ítaca o Pampa

del Infierno, o en los vuelos diurnos de las siestas en relación

con  los conceptos de energía, pero los discípulos provincianos de Freud

o de Lacan, seguramente, ya las han analizado,

                        además, por supuesto, el recuerdo inventado

no se hace solamente con ideas.

            Las otras ventajas provisorias, como el baile de las abejas orientadas

por el sol, el exhibicionismo tropical de los mamones, las hondas

preguntas sin respuestas, el cosmos vital de las palabras,

ya las saben sin trampas mis vecinos.  Por eso aquí, en el interior

de los helechos del sueño que toco con la mano

se oye siempre la secreta invitación del ilustre manchego imaginario:

                      “Pasa raro Inventor, pasa adelante”.




Alfredo Veiravé (Gualeguay, 1928- Resistencia, 1991)

En Radar en la tormenta. Obra Poetica. Tomo 2. Nuevohacer. Grupo Editor Latinoamericano. Buenos Aires, 2002.

lunes, 28 de mayo de 2018

Los nombres / Manuel Bandeira




















Dos veces se muere:
Primero en la carne, después en el nombre.
La carne desaparece, el nombre persiste pero
Perdiendo su casto contenido
−Tantos gestos, palabras, silencios−
Hasta que un día sentimos,
Con un golpe de espanto (¿o de remordimiento?)
que el nombre querido ya no suena como los otros.

Santita nunca fue para mí el diminutivo de Santa.
Ni Santa fue nunca para mí la mujer sin pecado.
Santita eran dos ojos miopes, cuatro incisivos claros a flor de boca.
Era la intuición rápida, el miedo a todo, un cierto modo de decir "Válgame Dios".

Adelaida no fue para mí Adelaida solamente,
sino también cabellera de Berenice, Innominada, Casiopea.
Adelaida, hoy apenas sustantivo propio femenino.

Los epitafios también se borran, lo sé.
Pero más lentamente que las reminiscencias
en la carne, menos inviolables que las piedras de las tumbas.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

En Momento en un café y otros poemas. 
Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1986.
Trad. Estela Dos Santos

domingo, 27 de mayo de 2018

El entusiasmo de las primeras veces... / Gilda Guzmán




El entusiasmo de las primeras veces
se diluye
en el devenir monótono
de creer que ya se sabe
lo que vendrá

como si uno fuese
el creador del universo
como si uno supiera
por dónde viene la mano
que pinta de marrón oscuro
lo que ya se ha dibujado

como si el agua que provoca ácido
no viniera de un manantial

Escuchó mi cuerpo:
un antiguo castillo

derrumbándose.


De Pertenezco a esta familia

Buena Vista Editores, 2016.

sábado, 26 de mayo de 2018

Poética / Manuel Bandeira



















Estoy harto del lirismo comedido
Del lirismo bien educado
Del lirismo empleado público con libro de asistencia
expediente protocolo y manifestaciones de aprecio
al Sr. director

Estoy harto del lirismo que se detiene para averiguar en el
            diccionario el cuño vernáculo de un vocablo

Abajo los puristas

Todas las palabras sobre todo los barbarismos universales
Todas las construcciones sobre todo las sintaxis de excepción
Todos los ritmos sobre todo los innumerables

Estoy harto del lirismo sentimentaloide
Político
Raquítico
Sifilítico
De todo lirismo obsecuente con todo menos consigo mismo.

Además no es lirismo
Será contabilidad tabla de cosenos secretario del amante
ejemplar con cien modelos de cartas y las diferentes
maneras de gustar a las mujeres, etc.

Prefiero el lirismo de los locos
El lirismo de los borrachos
El lirismo difícil y errante de los borrachos
El lirismo de los clowns de Shakespeare.

−No quiero saber nada más del lirismo que no es
            liberación.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

En Momento en un café y otros poemas. 
Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1986.
Trad. Estela Dos Santos


El cactus / Manuel Bandeira



Aquel cactus recordaba los desesperados gestos
de la escultura:
Laocoonte oprimido por las serpientes,
Ugolino y los hijos hambrientos.
Evocaba también el seco nordeste, palmeras,
pobres matorrales
Era enorme, aun para esa tierra de grandezas
excepcionales.
Un día, un huracán furibundo lo arrancó de cuajo.
El cactus cayó a lo ancho de la calle,
Rompió las cercas de las casas,
Impidió el tránsito de tranvías, automóviles, carros,
Arrancó los cables eléctricos y durante
veinticuatro horas privó a la ciudad de
iluminación y energía:
Era bello, áspero, intratable.



Manuel Bandeira  (Recife, 1886- Río de Janeiro, 1968)

Trad. Santiago Kovadloff

jueves, 24 de mayo de 2018

Visiones argentinas / Andrea Guiu



Los ven llegar agazapados
en la costa
al alba
con manchitas sobre el cuero de oro
los ven venir
de barro
las uñas que dejaron su estela en la panza de la liebre
preparadas
los espían
las patas hundidas en la ciénaga

listos para despellejarles los blasones
y aún así
después de haberse bebido
la plata dulce y el dorado en veremos
los muy tontos
cambiando vidrios de colores
por incendios

aún después de ser ejecutados
de comerse hasta el último resquicio del hermano
una noche sin luna
insisten en quedarse

en asentar la marca de la yerra sobre el ganado y liturgia
mientras unos se baten en los desfiladeros
con el asma
y unos los más emigran de la patria remanida
para hacerse costumbre añoranza
lo ven testigos con levita al que cruzó la Cordillera
sin soldados
espiar a la madre cuando teje
abrazar el tronco de la genealogía
dominar los modales a bordo del mayflower
atravesar en vela el filo de la lluvia y sin paraguas
tropezar la consigna escrita en piedra
de frontera
hasta morir inoxidable después de tanta actividad
en el sillón de baquelita

antes de imaginarse la avanzada
las patas en la fuente los santitos las velas
por la que humilla a las señora por las tardes
con su pésima dicción

el pelo con glostora
el diamante bruto entre las cejas
menos tupidas que las de juan moreira
pero igual de filosa la matriz que la gema

los ve venir su hijita la costurera ardiente
como ha aprendido en los manuales
que le dio la Señora
el aullido la flecha contra el furor del remington
un revolear de paja brava la humareda
caer al fondo del zanjón las crines
como si fuera hoy los ve
saltar sin red sobre la cicatriz traidora
un gran ejército de hormigas bravas
a cientos de kilómetros del club social

de su casa de plan

la ven rondar
inmaculada
junto a las viejas de los trapos
desplegar el silencio en gigantografía
mostrar el costurón que nadie quiere ver
contra natura
puras pupilas y bigotes y pecas no se les ven las faldas
ni los ruedos ni el callo

que vivan aunque mueran
al general que lo ve todo desde el aire
una línea de puntos color nata
y en los alrededores
otros muchos negros que ninguna pomada
salen de todas partes
rompen filas quieren llevarlo en anda sobre una
alfombra de merluzas
le salpican el traje gotas imperceptibles imborrables
imberbes

en remolino las banderas en alto
esperando a godot
a la vanguardia
de sus granaderos que los ven
detrás de las itacas
demasiado presentes
sin olvidarse de una sola coma
sin comerse las eses

caminar decididos

hacia el gran angular de las lentes blindadas
por si llueve
hacia las trampas listas
hacia los cables tendidos por las dudas
los ven desorbitados
hacia los baldes los pinchos las puntas
venir
las tijeras el olor de la quema

los ven de arena vomitando vivas

y cuando se los llevan
y cuando se los chupan
y cuando se los tiran por el rabillo de la cerradura
¿y cuando todo se termina?

nada ven entonces nada vieron los vecinos las tías
los docentes decentes
lo juran por sus madres
lo gritan abrigados en sus escarapelas
en sus ponchos overos
tomando taragüí citando a hernández
al lado de la estufa cuando rezan
por quienes doblan las campanas
las 24 horas de patriada chocolates enseñas

los ven en cada Informativo
en todas las revistas
el casco reluciente
las narices respirando el tufo del futuro
los ven alegres y confiados
los ven adolescentes
unas estalactitas en las cejas que casi no se ven
las agujas las cartas cosidas en el forro de los borceguíes
que apenas si se notan
los lagrimales en el freezer

los ven
arriar el luto a media asta arriba de los colectivos
en las plazas
morder el polvo
desearla desde lejos

desde los puentes las alcantarillas los hospicios
con su vestido de amapola
la ven
soltar palomas por las calles atravesar la murga
entre las cruces
los idus
la cantinela amarga de los que volvieron
de los que se quedaron con nostalgia
de los que quieren olvidarse
de los que tocan las guitarras y los bombos en las peñas para verse
en las ganas
antes de que sea demasiado tarde
de que les crezcan las orejas las narices las corbatas
de volverse comestibles
aunque repita nunca más nunca más

en las salas de embarque los andenes los shoppings
los barcos nunca más

los ven los que vinieron anudar los pañuelos
enarbolar la ausencia
al final de la fiesta
de las martas de las testas rosas
de las gacetas mercantiles de la soberanía en cuotas

los ven aunque que no quieran sin cámaras ocultas
gastar las suelas en las alfombras persas
celebrar la maniobra del 10
en la ambulancia

los ven antes que el árbitro
envuelto en celofán lleno de tubos fluorescentes
decúbito dorsal y anfetaminas
resucitar de nuevo
lo que queda del ansia
que ellos también perdieron
ellos que siempre pagan los impuestos
ellos también
lo reconocen en círculos concéntricos
tachín tachín las ollas de acero inoxidable
en reclamo de un sueño de pioneros

inhabitados se ven
los dobladillos mal cosidos

un sueño de poetas la carencia
un sueño que no termina de parirse
con nombre de mujer entre fragmentos

la ven amanecer
tan sola
al oeste del faro
al norte del deshielo
al sur del más remoto de los vientos
atada con piolín la ven
flamear austral volverse a su madeja
desovillarse por un arte de abuelas
para volver a armar la prenda con sus viejos recursos
de pobreza en innovada
para abrigar a quienes rindieron sus heridas
a los que prenden las hornallas
a las que enseñan los palotes
que trafican la huerta
a las que mandan cartas con archivos adjuntos para el portarretrato
a los que auscultan los latidos

la ven hacerse de a poquito
por donde filtra el sol sin anteojeras
la ven hacerse en ella meterse en ella un derecho un revés
sin ocultar el hilo
lenta
sin lupa desperezarse sin epifanía
la ven
sin ilusiones ópticas
la siguen la empujan suavemente
se suben a los hombros
se aferran de los unos con las plantas
se aventuran el agua en carne viva
de la trama bizarra las cenizas
en mensaje cifrado de los tiempos que recelan los libros
del augurio los ojos
que no ven si el corazón se calla
la pirueta del ángel
con las alas raídas
con el futuro a sus espaldas cuando avanza.


De Libro de ojos
Alción, 2006


martes, 22 de mayo de 2018

Romilio Ribero / Glauce Baldovin



Olvidó traición mentiras encadenadas

Nuevamente el juego de abalorios:

humillación hambre desconcierto

la cruz gamada cubriendo paredones

—advenimiento del principio de trágico final y otro comienzo—

Oscurantismo ponzoña miedo.

La amenaza.

La trampa.



Olor a cloacas abiertas

en plena siesta de enero se expande por nuestra tierra

donde heridos de muerte yacen el amor el asombro la ternura

y se debate en agonía la esperanza.



Allí

nuestras madres son todas y una.

El pino

la vertical que se mantiene erguida:

ella guarda la fábula de un celeste país nunca ha olvidado.



Encuentro que ya nada puede justificar este destierro.

Tengo que rescatar, no por perdón ni orgullo

aquellas lejanías, donde la luz disputa su límite mortal a mi memoria.



De De los poetas
Argos, 1991
Con Ilustraciones de Carlos Alonso


sábado, 19 de mayo de 2018

Voy a escribir / Javier Almeida



Voy a escribir como escribieron el mundo
con saña y osamenta
con el humo de claridad
con la flotante húmeda luz
que otorga la seca sombra

Voy a escribir
como deletreando mi nombre
como asumiendo el árbol
del vegetal intelecto
que no respira la tierra

Voy a escribir
como diciendo la siembra
como escolástica hembra
en el verbo de Adán

Así, en la primera palabra
en la lejana planicie
el oficio en mí... era

Ya el presente, todo antiguo
todo pasado, todo ahora
con su túnel de tinta y mano
en la serpiente del cerebro.


De Plantas del santiamén
(Mónica Figueroa Editora, 1995)

La mano / Edgard Bayley



Algo va a surgir de esa mano
no retengas ni su amor ni su odio
deja que hable esa mano
que escriba torpemente en la noche
deja que recuerde
que se pierda entre las sábanas
entre las hojas y las calles
que se pierda balbuceando
y que destruya los puetes del saludo
deja que diga no
y que la odien y la expulsen
deja que no escriba
que se mate poco a poco
que ennegrezca con el agua tibia del vicio
que se calle o hable sin sentido



deja a esa mano estar
mano inservible
desahuciada
odiosa
mano para el martirio de los otros
para robar
para implorar clemencia a los cobardes
mano infidente
mano sin piedad
ni gracia
ni alegría
mano de verdugo
de holgazán
innoble
blanda
mano de firmar sentencias
mano de condenar
mano escondida
aleve
mano de traicionar
de mentir
de estar borracho



¿Pero esta mano indigna sucia
no buscará en la noche algún saludo
alguna señal de Dios o de la calle?



Porque esta mano viene de lejos
desde antiguo
mano de hombre
de rufián
menesterosa
mano de equivocar
de estar callado
mano imposible de cortar
mano regenerada
mano infinita renacida
mano infame
pero mano de esperar
mano de imaginar
mano de acompañar la noche
mano para volver



Algo va a surgir de esa mano
no las condenes
deja que abra sus dedos
que suelte su envoltorio
su dinero
la terrible noticia
el telegrama de felicitación



Ha de llegar la señal
poco a poco
algún saludo
y la mano hablará por fin
hará surgir el fuego de las sombras
cantará
sencillamente cantará



La mano fue antes árbol
estrella
viento
la mano movió compuertas y señaló caminos
la mano empuñó el timón y cerró los párpados desvelados
la mano abrió las tinieblas
y tuvo sed de amor: inventó signos
saludó
fue serena
tuvo reflexiones sensatas
consoló y acompañó el llanto de los otros
y la mano sencilla sufriente
se hizo una sola cosa con todos los desesperados
la mano celeste
inventora del fuego y la herramienta
invasora del aire y de la espera del hombre
mano muda
mano sin solución
mano nueva y eterna como el camino
y las llaves del sueño y del canto
mano real
hermana
agresiva
impotente
mano donante
enamorada
mano de luz
nocturna
imperativa
mano del mundo
del día
del comienzo



Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990)

De Obra poética. Corregidor. Buenos Aires, 1976.


viernes, 18 de mayo de 2018

Navegando hacia Bizancio / William Butler Yeats



I

Éste no es un país para los viejos. Jóvenes

unos en brazos de otros, posados pájaros,

—esas generaciones por morir— en su canto:

y las cascadas del salmón, los poblados

mares de la caballa, pescados, carne o ave,

loan todo el verano el engendramiento,

lo que nace o que muere. Prisioneros

de esta música sensual y negligente,

los monumentos sin edad del intelecto.

II

Un viejo es un menospreciado, camisa

colgada de un palo, salvo que el alma

cante, marcando con las manos

el compás, más alto a medida

que sea más andrajoso su vestido mortal.

Y como no hay escuela de canto

que no estudie las glorias de su propia

magnificencia, navego el mar y vengo

hasta la ciudad santa de Bizancio.

III

Sabios de pie frente al fuego de Dios

como en los dorados mosaicos,

vengan desde el sagrado fuego, aleteen

en la espiral, y sean los maestros

cantores de mi alma. Consuman

todo mi corazón. Enfermo de deseos,

atado al animal que ha de morir,

no sabe lo que es; absórbanme

de la eternidad en el artificio.

IV

Ya fuera de lo físico, no tomaré

forma de cuerpo en nada de lo que hay,

salvo en la que el herrero griego

hace golpeando y esmaltando el oro,

para tener despierto al Emperador.

Salvo también que me ponga a cantar

en una rama de oro a los señores

y damas de Bizancio, del pasado,

de lo que pasa y de lo que vendrá.



William Butler Yeats (Dublín, 1865 - Roquebrune, 1939)

De “Poemas completos”. Alción Editora. Córdoba, 2011
Trad.Eduardo D’Anna. 




jueves, 17 de mayo de 2018

Vigésima Séptima Palabra / Juan Carlos Bustriazo Ortiz




Yo les pregunto y a las gentes duchas
qué es esta música que se me bifurca?
Valse, ranchera, polca, si es mazurca,
minué del ángel, chotis de la bruja?
Esta feliz sonorería oriunda
del corazón, de la pasión nocturna,
la rara avis que me canta y turba,
me amasa nuevo, que me descorrupta?
Yo no lo sé. Son hartas las preguntas.
Quid de la sien, la lengua. Me disculpan?



Del Libro del Ghenpín (1977)

Vigésima Primera Palabra / Juan Carlos Bustriazo Ortiz



Cómo será la cola de una bruja?
Azafranada, viola, miel, canela,
color durazna, de damasca prieta,
poma escarlata, ciclamor de luna?
Cómo será la cola de una bruja?
Color de espiga, leche, tuna, hoguera,
o de ostra de oro, de sirena intensa?
Cómo será la Cola de una Bruja?
Yo me pregunto, pobre Juanca. Nunca

sabrás del todo, porque te es tiniebla!


Del Libro del Ghenpín (1977)

Historia del arte / Alberto Girri

Mordimos sobre cuanto existe hasta escarnecerlo, hasta la desvergüenza, una provocación a lo desconocido, un esfuerzo a menudo ...