la
fama de su cotidiana capacidad musical,
el
grillo que habita la casa desde hace días
se
niega a frotar la textura ondeada de un ala
contra
el afilado borde de la otra en el ejercicio
que
vaya a saber desde cuándo es conocido
como
“canto”, y se vuelve así algo temerario,
ya
que por la semejanza de color, la inmovilidad
al
encenderse la luz del baño, la falta de lentes
de
quien se levanta en mitad de la noche
y
la ausencia, como decía, de su sonido habitual
se
confunde con facilidad con una cucaracha.
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De Poesía civil.
17 Grises Editora, 2010.
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