Quien me creería si
dijera: “Me agarraron y
hendieron desde
el cuero cabelludo hasta la pelvis, y
todavía estoy viva,
y me paseo contenta
de sol y todas
las dádivas del mundo.” La honestidad
no es tan simple:
la simple honestidad no es
sino una mentira.
¿No esconden los árboles
el viento entre
sus hojas y
hablan con susurros?
La tercera dimensión
se esconde.
Si los empedradores
parten piedras, las
piedras son piedras:
pero el amor
me partió en dos
y estoy
viva para
contar el cuento; pero no
honestamente:
las palabras
cambian las cosas. Deja que sea
—aquí, bajo el dulce sol—
una ficción, mientras yo
respiro y
cambio el paso.
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Trad. Alberto Girri
De 15 poetas norteamericanos.
Bibliográfica Omeba, 1966.
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